jueves, 25 de mayo de 2017

LA SOBERBIA DEL PODER

               LA SOBERBIA DEL PODER



Con el pasar de los siglos la sociedad humana ha ido aprendiendo tantas cosas que al margen del avance industrial y tecnológico, nos hemos interesado en cambiar nosotros mismos en busca de una armonía que nos permita tratarnos con respeto y en camino a una sociedad en donde valoremos nuestros propios principios como base fundamental de un cambio sistemático que nos lleve al balance casi perfecto en el buen trato entre todos los seres humanos.


En todo este tiempo hasta ahora hemos aprendido a plasmar nuestros valores en toda nuestra vida diaria para que nuestra vida sea ejemplo para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, pero, lo que no hemos podido controlar es esa independencia personal de hacer las cosas como a cada uno nos parezca sin tener en cuenta todo lo que hemos avanzado en el desarrollo de los valores que son los que guían casi siempre nuestro accionar.




Es poco lo que hemos aprendido si consideramos que en en muchos casos es el egoísmo el que gobierna nuestras vidas y que nos hace ser personas diferentes,
vivimos solo para nosotros mismos, no compartimos y hemos dejado de ser humildes para ir en búsqueda de aquello que nos dará la verdadera razón por la que en realidad vivimos, el poder, el poder de tomar decisiones por encima de muchos, el poder de tener todo a costa del sacrificio de muchos, el poder de ordenar y someter, el poder de manejar la vida de los demás por el simple hecho de ser dependientes de otros, el poder de controlar lo que debes y no debes hacer. Es este poder el que nos mantiene estancados sin poder avanzar, un poder que al no saberlo administrar deviene en abuso por la única razón de que puedes hacer lo que tu egoísmo te va dictando sin tomar en cuenta a las personas que dependen del abusador convertido ya en una persona intolerante.




El ser humano tiene en si mismo un poco de patrón, siempre queremos mandar, que otros obedezcan lo que quieres que hagan, así  sea a una sola persona, pero eso lo hacemos porque podemos, vamos practicando todos los días, siendo mandones en todos los aspectos y con todos los que nos rodean, desde nuestro hogar incluso no sabemos ser padres y creemos que el serlo significa que debes mandar a la esposa a la compañera y a los hijos, todos deben obedecer porque sabes que tienes un poco de poder al ser el "jefe" de la familia, el jefe de la oficina, el jefe de la empresa, lo cual con el tiempo se va convirtiendo en la soberbia de saber que muchas personas nos obedecen y satisfacen nuestra gran ansia de sentirnos poderosos.




Todos nos avocamos a la búsqueda de ese poder que necesitamos, para que de alguna manera, podamos sobrevivir en un mundo en que nos disputamos un lugar en esa gran jungla de cemento en que se han convertido las ciudades, orgullosos de lo que tenemos  y soberbios porque podemos demostrar un poder que nubla nuestra consciencia y nos hace sentirnos superiores hacia los demás provocando con esto que se genere hacia ellos  un trato de desprecio lo cual se lo ganan, porque la soberbia es el poder de creerse muy superior a todos minimizando las cualidades y virtudes que destacan en cada ser humano.

Estamos tan acostumbrados a mirar por encima del hombro a todo el mundo, que nos olvidamos de mirar hacia nuestro interior para ver lo que en realidad somos, quizá, podamos tener mucho valor material, pero el verdadero valor aquel de nuestros principios que nos han formado han quedado en segundo plano, para mantener ante ellos ese poder de tenerlo todo, serlo todo y de disponer de la voluntad de todos haciendo prevalecer la soberbia del poder , ese poder que te lleva a discriminar, humillar, acallar a quien no lo merece porque  los principios y valores de los demás son más fuertes que el poder de querer serlo todo y la soberbia de ese poder caerá por la fortaleza de los valores que le imprimimos a cada acto de nuestra vida diaria.

En un día como hoy: Hego Arrunategui Espinoza