MI NIETO Y YO
El tiempo hace que en nuestra mente se forme un libro con tantas paginas como horas tienen los días y meses los años, y son tantas que casi siempre nos cuesta mucho elegir en que parte de este libro lo abrimos para encontrar una que nos transportará a un momento de nuestra vida, grato, ameno o no, pero es parte de un momento que vivimos y nos pone melancólicos con el solo hecho de recordar.
Cuando nos transportamos a los años en que fuimos niños sentimos en nuestro interior el calor y la ternura de los besos y los abrazos, y los sentimos tan nitídamente que las lágrimas ruedan por nuestras mejillas por la emoción del momento recordado, y nos sentimos así, porque ese afecto es lo mas hermoso que se nos regalo a esa edad y lo añoramos aun de viejos.
Cuando el tiempo va pasando imperturbable y nos va dejando paginas y paginas de recuerdos, llegamos a la edad en que las decisiones que tomas son las que definirán tu futuro y el mundo que crearás para vivir en el, el resto de tu vida.
Encontrarás páginas de mucha alegría y felicidad como páginas de dolor y sufrimiento, así como también las que te recordaran lo que serás en los años de tu futuro, soñarás ser lo qué quieres ser, y lo que quieras tener, y querrás tener una gran familia como la de tus padres, pero, solo soñamos y en ese sueño vemos el futuro nuestro y nos alegramos porque lo vemos hermoso, si, muy hermoso.
En esa búsqueda de mi vida encontré un momento qué al ver a otras personas con sus hijos y a esos hijos con sus padres, me dije, viviré mucho y viviré porque tengo que conocer a los hijos de los hijos de mis hijos, fue algo tan loco, que me gustó esa expresión hasta los años actuales, en qué me digo que estoy logrando lo que me dije, conocer a los hijos de mis hijos.
Cerré el libro de los recuerdos de mi mente y empecé a vivir mi vida y a ver también como la familia que forme fue creciendo y me dio lo que tanto ansiaba, conocer a los hijos de mis hijos, y ahora disfruto mucho porque vivo con el hijo de mi hija, qué me ha hecho recordar una infancia plasmada de muchos matices y momentos diversos.
Nació mi nieto un mes de febrero de un hermoso verano, y volví a ser padre y volví a ser niño, esperando que el tiempo pasara, para verlo caminar, hablar, reír, disfrutar y ver en él, que la alegría y la felicidad la traen ellos como un regalo del cielo para nuestros momentos qué empezarán por ser quizá, los últimos.
Mi nieto tiene la sonrisa del amanecer la alegría de los días buenos, la belleza tierna del atardecer, el es todo, es la felicidad pura qué con su risa me da un regalo todos los días como si fuera una eterna navidad. El aprendió a sentirme en su corazón aún cuando todavía no abro la puerta para ingresar, sólo el sonido de la llave le dice a su tierno corazón que ya llegué, y se siente tan feliz como yo el abuelo, que siento su cariño como las ganas mas grandes de vivir para siempre.
Mi nieto y yo, somos una buena pareja de amigos y nos vestimos casi igual, porque el juega con mis corbatas poniéndoselas al cuello y me busca para qué lo vea. Y el solo verlo así me emociona tanto, que ambos nos ponemos a jugar él como mi nieto, el hijo de mi hija y yo como un niño más recordando la infancia mía y la de mis hijos.
Mi nieto sé sienta en mis piernas para ver juntos en la computadora, fotografías, dibujos animados, y musicales que le agradan y nos ponemos a bailar y a saltar por la emoción de la música. Ahora el ya habla y cuando me recibe al llegar me dice, ¡papacho! corre abre sus bracitos y me da un gran abrazo y un beso, y yo lo levantó y nos vamos juntos a mi dormitorio y nos ponemos a conversar sobre como nos fue en ese día que ya va pasando.
Es tan dulce su mirada y tan bonita su sonrisa que a veces me llena los ojos de lagrimas porque sé que eso se llama felicidad y porque mi nieto es un tierno angelito qué brilla con luz propia, tiene dos años y nueve meses y se llama, Fabricio Lucciano, y juntos somos, Mi nieto y Yo.
En un día como hoy 09 de noviembre del 2013: Hego Arrunátegui espinoza.