ESPERANZA
En todas las etapas de nuestro desarrollo humano hemos asimilado, muchos conocimientos, como experiencias, todo ésto ha llenado nuestra existencia de vivencias las cuales nos han dado las más singulares situaciones de alegría, entusiasmo, dedicación y entrega a todas las cosas que nos propusimos y que nos hemos propuesto seguir realizando.
De algún modo sabemos que no todo lo que hacemos tiene un final feliz, pues sufrimos sobremanera cuando algo no nos sale como esperábamos o que nos parece que nunca se podrá concretizar. Cuando esto pasa nos acompaña el pesimismo y la desconfianza que invade toda nuestra mente de salidas casi extremas que no son soluciones sino, mas problemas sumados a los que ya tenemos.
Sin embargo en todo este camino de desilusiones siempre vamos a encontrar una salida que sale de nuestra mente y que cambia nuestro estado de ánimo, pero, es una salida en la que creemos ciegamente que aquello que pretendemos es posible realizarlo, aún a pesar de saber que no podemos conseguir lo que deseamos.
Es tan fuerte este sentimiento que ante casi lo imposible sabemos que existe una salida, y es difícil decirnos no, porque lo que creemos que se pueda hacer realidad tiene un sustento muy fuerte que esta basado en nuestra fe. Este poderoso estado de ánimo que nos hace aferrarnos a algo que no sabemos si lo podamos lograr o no, tiene un componente, casi mágico o divino al cual nos aferramos con todas nuestras fuerzas para que lo que deseamos se pueda cumplir.
Hemos podido llamarla de muchas maneras, pero algo que nos da una luz de pronta o futura solución a una situación de por si complicada, para no caer en desánimo o depresión, la llamamos esperanza, y nos hemos acostumbrado y apoyado en ella, que al final de todo, decimos, lo único que nos queda es la esperanza, porque seguimos confiando en que las cosas mejoraran. Esa confianza que tenemos es el soporte de todo lo que deseamos hacer y actúa en nosotros como un gran estimulo que nos da fuerza, tranquilidad y paciencia.
Si lo último que nos queda es ella, entonces nos aferramos en un solo abrazo y esperamos confiados en que ella nos libere de todos nuestros problemas. Sino existieras esperanza, tampoco nosotros existiríamos, porque contigo perderíamos nuestra confianza, nuestra fe y nuestros deseos ya nunca existirían.
Sin embargo la esperanza se pierde y nos cuesta mucho volver a encontrarla, y cuando lo hacemos vuelve a nosotros otra vez nuestra fe y nuestra voluntad para hacer que nuestros deseos se hagan realidad, porque sabemos que lo imposible podemos lograrlo obtener cuando caminemos de la mano de la esperanza y convencernos que cuando algo no nos resulta viable por ahora, ella nos tendera su manto.
En un día como hoy:25 de diciembre del 2013 Hego Arrunátegui Espinoza
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