MI VIEJO
El de ayer no fue un día común como quizá pensé, fue diferente, para todos, creo, diferente porque cada año un tercer domingo de junio debe ser especial para cada padre, un reconocimiento que recibimos de nuestros hijos y que nos halaga sobremanera y que no podemos compararlo con el del año anterior precisamente por la sencilla razón que ellos tienen sus propias experiencias y van madurando, estudiando, terminan de estudiar, se gradúan, trabajan, se titulan, se enamoran, se casan, tienes hijos, y cada uno va haciendo más grande el mundo que ha creado, es por eso que cada año no es igual, cada día del padre, no es igual, siempre encontramos cosas nuevas y la reunión familiar se torna diferente, aun habiendo pensado que sería igual, pero no lo es.
He recordado con mucho cariño a mi padre viendo en mis hijos la herencia de su sangre, lo he recordado, viéndolo desde que era muy pequeño, llegar caminando y verlo a lo lejos con su figura reflejada en el atardecer de aquellos días en que lo esperaba y el no sabía que lo hacía. Lo he visto siempre pendiente de cada hijo, de adonde íbamos, que hacíamos y como nos portábamos Era muy enérgico pero sentía que no estaba totalmente para nosotros, recuerdo que siempre salia después del almuerzo y me demoraba como dos horas en volver, me entretenía con todas las cosas que a mi corta edad uno podía deslumbrarse y así aprendía a ver atardeceres espectaculares, montañas azules y el cielo adornado de cientos de miles de aves migratorias, que aun ahora recuerdo lo bello que era verlas.
Los recuerdos de esa figura adusta alta y delgada que era mi padre viajan por mi mente como una película en cámara lenta, desde mi educación, tanto la primaria y la secundaria en que fue la etapa en nos corregía a lo macho, y si, aprendíamos de todo eso, pero no sabía adonde iba, pues el trabajaba mucho y llegaba al atardecer, hora en que empezaba a ponerse el cielo de un bello color naranja intenso y su gama de colores que hacían un espectáculo maravilloso que aun se encuentran en mi mente.
Mi padre tenia muy bien definido el futuro de nuestra familia, decidió salir de la provincia e ir a la Capital para que todos sus hijos tuvieran un mejor futuro. Siempre he admirado en mi padre ese momento de tan grande decisión viajar con toda la familia una vez jubilado para asentarnos en estos lares que ya nos cobijan cuarenta y ocho años, con su pensión de jubilado y confiando en los hijos mayores para continuar nuestra vida. Mi padre nos lego el valor y el coraje de un hombre que lucha arriesgando todo por el bienestar de su familia, nos crió con firmeza, que en su momento era duro pero que en el transcurrir del tiempo, me di cuenta que mi padre si nos había criado muy bien y seguía sus pasos educando a mi propia familia. Siempre busque la forma de decírselo y ese momento llego, en una víspera del día del padre en que le agradecí por haberme hecho la persona que soy y porque a mis hijos les inculque los mismos valores. A mi padre lo recuerdo todos los días de mi vida y siempre le agradeceré por la vida que me dio.
Hoy lo digo, si, en verdad, "era un buen tipo mi viejo" vivió noventa y siete años y lo recuerdo con ternura.
En un día como hoy: Hego Arrunátegui Espinoza.
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