domingo, 1 de noviembre de 2015

LO QUE CALLAMOS



               LO QUE CALLAMOS


Andamos por la vida siguiendo nuestro camino sin darnos cuenta

   que estamos rodeados de tanta gente, que en  su propio 

mundo habitan muchas cosas negativas y que no se  dan 

cuenta del daño que esto les hace, hasta que al hablar 

con terceras personas que observan tus temores y tus 

miedos a decir lo que te pasa, ven que algo te ocurre y 

que en muchas oportunidades nos parece que ya es muy tarde

para una solución, y tu vida se convierte en un infierno de 

pesadillas, por no haber confiado en quienes te aman y 

estiman y que siempre tuvieron una palabra de aliento, 

pero, que no quisiste agradecer por el mismo temor de 

haber callado tanto que tus miedos son más fuertes que

que el aliento que recibes.  

Callamos de una y mil formas desde que somos niños y 

pasamos por cada etapa de nuestro desarrollo con el 

silencio de lo que nos ocurre, y sufrimos 

silenciosamente por cada cosa que nos sucede que dejamos 

 que esto consuma día a día nuestra existencia, 

convirtiéndonos luego por acción de instinto en 

personas calladas que solo buscan no salir tan heridos 

por todas las cosas que te hacen daño y que van 

minando tu vida, sin poder encontrar una  

salida para  decir lo que te está pasando.


Cuando callamos ante una agresión, verbal, física, 

psicológica y la alojamos en nuestro corazón, esto 

termina por hacernos duros y no permite que tus nobles 

sentimientos se manifiesten de manera positiva porque, 

ya estás hecho al dolor y la respuesta por callar es 

devolver una palmada de aliento o un sentimiento de 

amor en una respuesta agresiva o un acto que causa 

dolor a quien desea ayudarte,  causándote un dolor más 

fuerte en tu propio interior.


Callamos ante una decepción, ante una ofensa, ante la 

amenaza de un despido laboral, ante el dolor que te 

causa el problema de tu amigo o tu hermano, callamos 

cuando el dolor nos hace llorar, o cuando herimos a 

alguien sin quererlo, cuando te esfuerzas tanto por 

hacer las cosas bien y nadie te dice, que bien, te felicito 

lo hiciste excelente, callamos cuando enfermamos, 

cuando no podemos emitir una opinión por temor a que 

nadie piense como tú, callamos cuando amas tanto y 

solo se dan cuenta que existes cuando dejas de vivir.
callamos tantas cosas en nuestra sociedad que él solo hecho de 
levantar tu voz de protesta ante cualquier situación, solo, obtienes como respuesta una tremenda represión 
por gritar en voz alta lo que piensas. Voltaire dijo, “No 

comparto lo que dices, pero lucharé hasta mi muerte 

por tu derecho a decirlo” y ese es el derecho que 

tenemos todos de no callar ante todas las cosas que 

nos suceden, porque el mundo ha estado preparado y lo 

sigue estando para escuchar todas las voces, sean 

estas personales o sociales para lidiar con todos 

aquellos que cansados de callar explotan y convierten 

su temor en una revolución personal y social que a 

veces nadie puede detener hasta que tu voz es callada 

por la fuerza de los que no quieren cambiar.


Debemos seguir aprendiendo a no callar nada y decir 

las cosas que piensas y sientes, pues de esta manera te 

liberarás de tus miedos y liberarás a tu mundo de la 

carga de no decir nada por ser simplemente 

condescendientes con los demás.


Hablemos ahora o perderemos para siempre el sentido 

de libertad  que tenemos para gozar del albedrío que los 

reclamos, protestas y las ideas nos han dado para existir en un mundo que debe ser más comprensivo. 





En un día como hoy, 01 de noviembre del 2015: Hego Arrunátegui 

Espinoza.

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