lunes, 28 de septiembre de 2015

EN LA ALEGRÍA Y LA TRISTEZA.

    EN LA ALEGRÍA Y LA TRISTEZA


En la sociedad humana el hombre tiene un sinnúmero de costumbres y tradiciones que nos distinguen en cada región o país de nuestro planeta y que las consideramos únicas. Son ellas las que nos permiten identificarnos cultural y etnicamente demostrándonos ante nosotros mismos la belleza de nuestras tradiciones y lo que significa ser humano.




Somos tan diversos pero a veces tan iguales que cualquiera sea el lugar a donde vayamos, conocemos de ese pueblo, lo más importante que los caracteriza, y es la alegría de como reciben a un foráneo demostrando con gozo a donde vayan, lo feliz que se sienten.



Hay alegría en todos los rincones del planeta, sea esta por un instante un día, tres, una semana todo el año, quizá, pero, esa alegría es la que nos hace vivir en equilibrio con nosotros mismos, con las  personas con quienes la compartimos, con la naturaleza que nos regala lo mas bello de sus paisajes y sobre todo ese calor de amistad y cariño que nos brindan a donde llegamos.



Dentro de toda esa diversidad cultural en que nos envuelve la idiosincrasia de cada pueblo y la diversión que implica un buen relajamiento dentro de todas las actividades laborables a las que nos dedicamos, encontramos en ellas muchas similitudes que nos permiten identificarnos como seres que mantenemos siempre los lazos de nuestra humanidad en nuestros genes y que deseamos con todas nuestras fuerzas que estos se sigan manteniendo por generaciones en cada uno de nuestros núcleos familiares. 



Aquello que nos une tan profundamente y que nos hace tan iguales como  cuando nacemos, es el matrimonio o la convivencia la que nos da la capacidad de amar y de respetar en cada uno de nosotros lo que sentimos y prometemos para mucho tiempo, o para toda la vida.



Los votos que cada pareja se dicen al momento de casarse o convivir son los mismos en todas partes del mundo, lo que  hace que nos sintamos parte de un solo y gigantesco pueblo, que en los votos que nos prometemos aceptamos uno que dice, te acepto como esposa o esposo, en la salud y la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, y todos los demás votos que nos permiten ser parte de un mundo que quiere prevalecer a través de los siglos y en cada generación dejar nuestra huellas y que por ellas nos recuerden.



Sin embargo ocurre que así como nos prometemos amor para siempre y disfrutamos de nuestra alegría y felicidad, llega un momento en que esa alegría se nos esfuma de golpe o de a poco cuando uno de los dos contrayentes, marido o mujer, o alguno de sus hijos o hijas, enferma y nuestra preocupación se hace a veces tan extrema que tambien enfermamos y sentimos que nuestro corazón se parte por esto y nuestro hogar cambia aquí o en cualquier parte del mundo, queriendo de una parte que; nadie fuera de la familia se entere de este sufrimiento que padecen en ese hogar.



Cuando esto ocurre y las cosas empeoran, y  los amigos recién nos enteramos; muchos o pocos, vamos a consolar o confortar a la familia que pasa por esa situación dolorosa, vamos a visitarlos una vez, o dos, como si eso solo fuera una obligación; o lo que ocurre en los centros de trabajo, en que a veces no hay tiempo para ir a visitarlos o en su defecto a despedirse de aquella persona a quien conociste.



En este caso extremo, las personas no reaccionan igual cuando se trata de la alegría o felicidad cuando nos divertimos en grupo, con amigos, familiares o compañeros de trabajo o de estudios; en la mala salud, en este caso la situación es diferente, pues ya no esta la gente que te acompaño en todas tus actividades felices ni en los gratos momentos, sino, solo los que de alguna manera fueron más cercanos a uno, pero a veces ni ellos se acercan o te preguntan como  estas y lo visitas dándole la alegría con tu presencia.



Nos hemos convertido en personas en donde el egoísmo en nuestro accionar y las cosas que haces para producir y sobrevivir son más importantes que las de aquellos que cayeron o se tropezaron en el camino a su destino. Pero sin embargo, todos los seres humanos dimos en su momento y en todos los lugares del mundo los votos de,  en la alegría y la tristeza, o en la salud y la enfermedad, pero fallamos en esto, y duele, y a mi me duele, como a muchos, por todos los que sufren perdidas o pasan por una enfermedad, y nos arrepentimos de ello, por no querer vernos sufriendo una pasión que no acabará hasta que la vida se acabe.



En la salud estamos con todos y nos juntamos, conversamos, trabajamos, nos divertimos,pero en la enfermedad, cuando faltas a tu colegio, Universidad, a tu trabajo, saben que no estas donde debes, pero no saben preguntar, por ti, por el hermano, el amigo, el compañero, de trabajo de estudios de tertulias; no, casi nadie pregunta, pero cuando regresas lo primero que te dicen es hola, que buenas vacaciones, que buena chamba tienes, otro día invita; cuando en realidad la ausencia fue por un accidente, un mal estado de salud, una enfermedad crónica, un fuerte evento de cefalea, un episodio cardíaco, y muchas otras que en estas circunstancias a  nadie le interesa, si fue duro, si sufriste o no; y lo que les incomoda es que faltaste, no estuviste en la exposición, en el trabajo asignado, en la reunión, y solo te critican por esto sin saber en realidad que es lo que te pasó.



Complicado mundo en el que vivimos en que nos olvidamos, de; en la salud y la enfermedad, en la alegría y la tristeza, votos que todos los sabemos y recordamos, pero ,que te enseñan a conocer quienes son los verdaderos amigos, compañeros y hermanos con los que si cuentas y con quienes estarás siempre a su lado, como ellos lo estarán contigo, en la alegría y en la tristeza, en la salud o la enfermedad.


En un día como hoy, Hego Arrunátegui Espinoza.





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