EL MAESTRO EN EL TIEMPO
Desde
que conocemos el mundo civilizado, siempre hemos sabido que han existido
personas que enseñan a otras personas.
Estas personas que siempre han tenido aprendices, discípulos, alumnos, han impartido sus conocimientos aprendidos por practica, descubrimientos, inventos, creatividad, pero, conocimientos que les han permitido tener a personas con grandes deseos de aprender, superarse, para al mismo tiempo desarrollarse a nivel personal y obtener mejores logros para su comunidad su pueblo o su país.
Estas personas que han existido en todas las épocas
en algún momento de la historia de la humanidad
los llamaron maestros porque eran “prácticos en una materia y la
manejaban diestramente”, o los que eran aprobados en un oficio o que lo ejercían
públicamente, ellos eran los maestros, los que pusieron primero sus ganas de
aprender, de enseñar y le pusieron a este nombre el noble espíritu de la
vocación , naciendo así finalmente tan humanitaria profesión que seguirá
existiendo hasta cubrir el universo entero de aprender, enseñar y aprender de
todos los conocimientos.
Es el maestro de todos los
tiempos, y en todos estos tiempos estará también por los siglos de los siglos nuestro gran guía y único maestro Jesús que hoy le pedimos envié sus bendiciones a
todos los maestros de este presente y a los maestros en formación, para
que siguiendo sus enseñanzas puedan
entregar todo su conocimiento, todo su amor, toda su humildad a preparar a los
niños y adolescentes que tienen en sus manos y
que deberán ser una generación nueva, pujante y que forme nuevos líderes para que sean los
nuevos pastores en nuestra patria.
A las maestras y maestros de
todos los tiempos, el deseo es, que
sigan siendo siempre tolerantes, pacientes, afectivos con sus discípulos y que
puedan ver en ellos no solo una alumna o un alumno, sino que vean a través de ellos el futuro con el cual una
vez ustedes también soñaron. Gracias por su dedicación como maestros, como
padres y madres, porque eso son para
nuestros niños y jóvenes, trátenlos como tales porque están poniendo cimientos
de un buen futuro para nuestras familias y para nuestra hermosa, y querida
patria.
Sean siempre maestros y amen lo que hacen. Ser maestro no
sólo es una vocación, es sentimiento, pasión y el deber intenso de formar para
cambiar.
HEGO ARRUNÁTEGUI
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