E S P O S A
Te encontré en mi vida un día en que
mi espíritu deambulaba en el universo
de mis pensamientos, de un lado al otro
sin detenerse un momento, viendo
en el universo de mi alma, la hermosura
de la vida, la alegría, el nacimiento del amor,
y de repente mis ojos como dos luceros
iluminaron un sendero que llegaba a las estrellas
de tus ojos, llenos de inocencia y juventud,
y en el universo de mis pensamientos,
me detuve para mirar el sendero de luz
que me llevó a tus grandes y hermosos ojos,
y encontré mis estrellas en tu mirada y encontré
mi sendero que era el tuyo y lo hice mío,
y vi entonces el nacimiento del amor, del amor
que trae el mensaje de para siempre y sentí
conmovido mi corazón de solo pensar en el amor
y que el amor de para siempre existía
y se fue grabando en mi corazón y en mi mente
tu mirada con luces de estrellas
que se apoderaba de mi espiritu, y que ya no
deambulaba en el universo de mi mente,
sino, que se detuvo por fin, y frente a ti encontré
el camino y encontré a la compañera
con quién debería compartir la vida que Dios
me prestó para vivirla y disfrutarla, y desde allí
nació el amor, nació también la nueva vida
que me diste como compañera y esposa.
Hoy te digo esposa, que la vida que voy pasando
a tu lado tiene un gran sentido, tiene un rumbo,
tiene retos, metas y sobre todo, tenemos juntos
un gran ideal, el de compartir como compañeros
y amigos, todas nuestras alegrías, nuestras penas un gran ideal, el de compartir como compañeros
y desencantos, pero, mantenemos la fuerza que Dios
nos ha dado al estar unidos por nuestro espiritu,
que nunca morirá porque seguirá viviendo
en nuestros hijos,
y con ellos, nuestro amor y nuestra entrega, será
"PARA SIEMPRE".
En un Día en el tiempo, hace dos décadas, siglo XX: Hego Arrunátegui Espinoza.
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