jueves, 23 de julio de 2015

EL ORGULLO


  EL ORGULLO


Entre  todas las cosas negativas que tenemos los humanos, hay una que no nos permite ser nosotros mismos, y nos ponemos en un estado tal que no nos permitimos que nadie ose dudar de lo que decimos o tenemos. 


Es un estado de ánimo que de una u otra forma nos aleja y aísla de las personas que más queremos, no por que creamos que todo ese sentimiento o lo que pensamos de el es la ultima palabra y que después de ella no existe nadie más que pueda dar una opinión contraria, eso se llama orgullo, pero no el orgullo de sentir un exceso de estimación, sino, el bueno, el de quedar satisfechos por los logros que obtenemos, por el esfuerzo que realizan las personas para salir adelante después de haber invertido una gran dedicación y sacrificio a lo que se propuso, con ese

tipo de orgullo nos quedamos porque es el bueno.


Pero sin embargo, existe ese otro orgullo que linda en otro tipo de apreciación y es el que  hace tan diferente a una persona que transforma ese buen orgullo de la nobleza y que nos satisface, en este orgullo que es el negativo, en donde el exceso de pensar lo mejor de uno mismo nos hace sentir superiores a los demás.



Como se diferencia este orgullo, cuando apreciamos en las personas una autoestima exagerada y elevada a tal extremo de sentirnos tan petulantes que herimos a muchas personas que se sienten tambien afectadas por ese comportamiento.


Es ese bendito orgullo el que te da la seguridad que solo tu tienes la razón en todo y te jactas de que eres el único dueño de una verdad que solo tu te la crees porque la soberbia ya te ganó y te callas ante todos sacando pecho de ese orgullo que lo guardas en lo profundo de tu corazón, pero con el que has herido la susceptibilidad de mucha gente y en otros casos has afectado su relación, familiar, amical o laboral.



Cuando esto ocurre, en un frente tan amplio, el orgulloso que tiene el poder en sus manos, solo lo hace efectivo para demostrar que es el mejor e imponiendo la exacerbada admiración de los méritos que se ha ganado creyéndose así superior a todos asumiendo que tiene el poder de hacerlo todo.

Es tan extremo este sentimiento que se tiene de si mismo que linda en un concepto exagerado de uno mismo, en donde la altivez y la arrogancia son las que predominan, cuando hablas con esa o esas personas que en el más extremo de los casos llegan a sentir desprecio por los demás.

Que diferencia lo que nos muestra lo opuesto, cuando una persona nos demuestra con sus actos y actitudes una gran modestia y una nobleza de corazón inigualable, que enfrentado a la jactancia o petulancia del otro, éste, nos demuestra recato y humildad y la exquisita sobriedad de quien entrega su capacidad con buen trato y sin  menospreciar a nadie.


Estas personas que muestran su arrogancia, su vanidad, petulancia y desprecio, son las que hacen un gran daño al mundo en que vivimos y no nos permiten avanzar en nuestras expectativas de futuro, si, y solo si, nosotros aceptamos ese gran desprecio a nuestra condición humana. 

Pero, aunque muchas de esas personas tienen un dominio de los medios de producción y son dueños de grandes empresas, nunca bajaremos la serviz y miraremos con la frente bien alto la libertad que tenemos de decidir por nuestra vida, y le diremos a ese cretino, y cretinos, adiós y quédense con su actitud despectiva para los que si aceptan bajarles la cabeza,y los adoren como un dios de barro, pues dejaran este mundo y su arrogancia en la más triste de las miserias humanas, teniendo como primer paso su propio  desprecio, que es, el que los hundirá por la nobleza de los que somos más.

En un día como hoy, Hego Arrunátegui Espinoza.






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