viernes, 3 de abril de 2015

LA FE NUESTRA DE CADA DÍA.



      LA  FE  NUESTRA  DE CADA  DÍA 
Amanece un nuevo día, y despertamos a el a veces con un  poco de desgano, suele suceder, porque los sueños tenidos esa noche de repente no fueron nada agradables, pero aun así, nos levantamos y nos alegra esa luz maravillosa de un día, que sin pensarlo percibimos que será bueno.



Nos levantamos casi como si estuviéramos programados, que cada cosa que hacemos obedece a un ritual de todas las mañanas que lo seguimos y lo hacemos hasta con los ojos cerrados. Después de esto  nos cae la consciencia para decirnos lo que  en realidad tenemos que hacer como una responsabilidad por ese día.

Si cada día fuera tan sencillo de ser llevado sin que se nos presentara ninguna dificultad, y sin que nadie nos apoye, seria el día perfecto, pero, en ese tiempo que nos lleva llegar a nuestro destino nos formulamos, a veces, una serie de conjeturas acerca de lo que estamos realizando hasta ese momento, y nos damos cuenta que cada cosa que hacemos no es sólo nuestra, sino que la compartimos con otras personas que persiguen el mismo ideal de entregar nuestra vida en ayudar a otros seres humanos a encontrar el camino que perdieron porque la fe que tuvieron no fue tan  sólida como el amor que tenemos a quienes  más queremos.


 
Entonces, que es aquello que nos anima a realizar tantas cosas que ayuda a levantarnos todos los días? no es acaso la afirmación del ideal que tenemos de entregar nuestra confianza, de afianzar nuestro convencimiento en la tarea de todos los días de tener fe en lo que hacemos, de creer en nosotros y en nuestra convicción de que la fe nuestra es tan poderosa como la fe de  creer en que todo lo podemos realizar con la seguridad y la afirmación de la fe en cada cosa realizada.



Ese es el poder de la fe nuestra de todos los días, el de tener la certidumbre de que todos nuestros actos tienen la pasión de creer, la pasión de la fe y la creencia infinita y divina de que una mano extendida  nos ayudará a fortalecer la fe nuestra de todos los días, y con la esperanza de que todo saldrá bien, con la convicción que tenemos en nuestra fe de creer y de amar.

En un día como hoy: Hego Arrunátegui Espinoza


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