Todos los actos humanos que realizamos vienen siempre precedidos de sentimientos de alegría, pena, felicidad, tristeza, algarabía, dolor, pero según las circunstancias, cada uno de ellos determina un estado de ánimo, que, positivo o negativo, tiene el componente de una gran alegría y felicidad o puede ocurrir lo opuesto.
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Generalmente los estados de ánimo de alegría son contagiantes a quienes rodean a una o varias personas y también somos parte de ese momento que hace feliz a una persona y nos imbuimos en ese estado que nos lleva, casi, a la plenitud de un estado que es particularmente feliz, y quisiéramos que dure mucho para poder perennizar ese momento capturándolo en nuestra memoria y recordarlo , como una de las cosas buenas en nuestra vida.
Sin embargo, cuando a veces amanecemos con un desgano tal que no quisiéramos ni levantarnos, por un problema que no hemos resuelto o que alguien de tu familia pasa por un mal momento del que tu eres parte integrante,la situación que nos embarga después, es de mucha pena o tristeza, por sentirnos impotentes por no poder dar una solución que a veces no esta en nuestras manos, sino que depende de otros.
Cuando ocurren este tipo de situaciones, nos ponemos a pensar y pensar, para encontrar en nuestro raciocinio una salida a esta pena que sentimos por uno de los nuestros o por nuestra propia situación personal.
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No es sencillo en este momento para nadie sacarse una pena que te va consumiendo de a poco sin que te des cuenta,pero sientes, que ésta te agobia y que no te abandona, y esa tristeza es la que empieza por mandar en nuestras decisiones, que obviamente no serán las adecuadas, porque tu eres ahora también un problema que debes solucionar.
Cuando la pena te agobia a veces pensamos que no hay nada que pueda aliviarnos, y esto te va provocando un estado de ánimo que te lleva a concluir, quizá, que la vida no es justa, y ese desánimo te lleva a una perturbación que ya la realidad empieza por ir desapareciendo de tu mundo físico para trasladarse a tu mundo interior y atacar a tu sistema inmune despojándote de tus verdaderas defensas físicas.
Cuando esta pena se apodera de ti, debes recurrir a esa fe que haz guardado en tu espíritu, y que esta allí, como la única luz que puedes avizorar para volver al camino que abandonaste. Esa fe que te ha costado años construir, que es la fe de creer en ti mismo y en tus ganas de luchar para salir adelante aun en estos momentos de dificultades, es la que debes encontrar. Esa fe que te da la fortaleza para enfrentar todos los problemas, esa fe de creer en ti y en los demás, esa fe que sabe lo que puedes hacer, es la que debes llamar para que te tienda una mano y te entregue el farol de la luz que te vuelva a iluminar el camino de la vida y de la realidad, para ir saliendo de a poco, de ese estado de pena, para salir con las mejores ganas de ese estado y empezar por darte las soluciones que te devolverán la fe de creer, esa fe, que se te fue por circunstancias que se originaron y que no pudiste controlar ni solucionar en su momento.
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En un día como hoy 20 de mayo del 2014: Hego Arrunátegui Espinoza
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